Como todos los cuentos, la historia comienza con:
«Érase una vez… un grupo de amigos con una afición común que salían al monte una fría mañana…
En su paseo matutino observaron un curioso ejemplar de dos cabezas de Imleria badia
Vientos y hielos dejaron momificada a esta pobre Stropharia pseudoglobata,
a los pequeños Lactarius mitissimus,
y a la incipiente Amanita submembranacea,
Todos quedaron sorprendidos por la visión de múltiples nidos (Crucibulum laeve), de algún extraño ser, que tapizaban una pequeña loma
Múltiples habitantes del bosque fueron mostrando sus incontables formas:
espinosa como Sarcodon squamosus
o globosa como la Sparassis crispa.
El discurrir del tiempo traía maravillosos colores a los ojos de los profanos…
Lacaria sp
Cortinarius sp
Russula sanguinea
Incluso cambiando de color:
Boletus erythropus
o Suillus variegatus.
En una demostración de la fuerza, el bosque mostró sus Phoenix naciendo de sus cenizas:
Peziza endocarpoides
Pholiota carbonaria
Y así fue como el bosque condujo a los visitantes a su seno
donde finalmente mostró sus tesoros más preciados: Boletus edulis y B. pinophilus
Custodiados por su antaño buscado, ahora maldito caballero Tricholoma equestre.
Gracias a vosotros compañeros, Vicente, Marisa, Guillermo, Azucena y Ana, por vuestras explicaciones detalladas, por las experiencias compartidas, por vuestro cariño derrochado sin mesura… que hacen que una simple salida se convierta en un cuento.
29 de noviembre de 2015.
Texto y fotos: Dani
4 diciembre, 2015 en 9:15 pm
Enhorabuena!! una bonita y sencilla semblanza de nuestro encuentro. Se os echa de menos. Abrazos!!!
8 diciembre, 2015 en 7:08 pm
Graciasssss!!! Besos